La poda o selección de circuitos neuronales activos toma lugar durante toda la vida, pero es mucho más abundante en la primera infancia.
Los estudios realizados en animales han demostrado que hay ciertas ventanas de tiempo durante las cuales los seres pequeños son especialmente sensibles a su entorno: los ratones recién nacidos deben experimentar sensación normal de los bigotes en los primeros días de vida o desarrollarán sensibilidad táctil anormal en la región de la cara; a los gatos se les debe permitir insumo visual normal durante los tres primeros meses o su visión se verá permanentemente impedida; y los monos necesitan contacto social constante durante los seis primeros meses o terminarán siendo sumamente perturbados emocionalmente. Muchos de los mismos períodos cruciales parecen ser iguales en el desarrollo humano, si bien estamos menos seguros de su duración exacta. Por lo tanto, los bebés también necesitan insumo visual normal o podrán sufrir deficiencias permanentes; los niños que nacen con estrabismo no lograrán desarrollar plena agudeza visual y percepción de profundidad si el problema no se corrige con prontitud. Las aptitudes de lenguaje dependen de manera crucial del insumo verbal (o lenguaje de señas, para los bebés con impedimentos auditivos) en los primeros años, de lo contrario ciertas aptitudes, en particular de gramática y pronunciación, podrán verse afectadas permanentemente. El período crucial para el aprendizaje del lenguaje comienza a cerrarse alrededor de los cinco años de edad y termina cerca de la pubertad. Es por esto que las personas que aprenden un nuevo idioma después de la pubertad casi siempre hablan con acento extranjero.